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30.07.2014 | Denles ustedes de comer

Lecturas del domingo 03/08

La confianza profunda, sencilla y audaz de Jesús, su relación única con el Padre, han hecho posible que toda esta gente pueda alimentarse. La gente ha compartido los dones de Dios, lo poco que había.

Sobre las lecturas del domingo 03/08:

Is 55,1-3: Casi finalizando el libro del "Segundo Isaías", la segunda parte del libro de Isaías que proviene de la época en que el pueblo alimenta la esperanza de volver a la tierra de Judá por el cambio de las circunstancias internacionales, con el ascenso del imperio persa, Dios promete a través del profeta una renovación de la Alianza con su pueblo. Un banquete, abundante, gratuito, generoso, es la imagen de esta Alianza. Dios aparece llamando, gritando, casi como un vendedor ambulante. Dios promete que todos podrán venir a beber y alimentarse. Una serie de imperativos: vengan, compren, presten atención, escuchen, da al texto un tono directo e incisivo y una intensidad creciente. Dirige una invitación a todos los "siervos del Señor". Se trata de abrazar totalmente el nuevo orden del mundo querido por Dios. Los dones espirituales y materiales que son destinados al pueblo están estrechamente ligados; como la alegría y una buena comida están unidas.
El objetivo de la invitación es "obtener la vida", y esto es posible solo gracias a la alianza de paz basada sobre el amor compasivo de Dios. Israel es llamado a venir y escuchar, a llevar la palabra divina.
El último versículo conecta la invitación a la vida ofrecida a los siervos del Señor con una alianza eterna, según las promesas hechas a David. El profeta retoma las promesas hechas a David, reinterpretándola de una manera nueva.

Rom 8,35.37-39: Es la última preguna retórica de este capítulo: "¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?". Hay algo tan sólido y tenaz, que no se puede anular de ninguna forma: es el ágape de Cristo. No es nuestro amor por él, sino el amor personal de Cristo mismo, con el que nos ama. Es el amor con el que él ha muerto, resucitó, está sentado a la derecha de Dios e intercede por nosotros. La pregunta es ampliado con los ejemplos de opositores posibles pero ineficaces a este amor. Aparece una lista de siete circunstancias adversas, que tienen también un sentido autobiográfico, referido a la vida de Pablo.
"Pero en todas estas cosas vencemos". En virtud del que nos amó. La victoria no es fruto de una fatiga humana personal, sino del amor incalculable de Cristo y de Dios. Nosotros vencemos por medio de Cristo. Una serie de "parejas" de conceptos contrarios, antagónicos, aparecen al final como ineficaces para separarnos de Cristo. El amor de Dios, en Cristo Jesús, no puede caer.

Mt 14,13-21: Jesús ha recibido una noticia muy dura. Su pariente, Juan el Bautista, ha sido ejecutado por orden de Herodes Antipas, que gobierna la región de Galilea. Además del dolor de la pérdida, significa que los que detentan el poder no se detienen ante los mensajeros de Dios, que no quieren escuchar la verdad y buscan la forma de callarla. Su vida, su misión, están en riesgo. Necesita rezar y reflexionar, a solas. Pero la gente no deja de buscarlo, que querer estar con Él. Ahí, en un lugar desierto, lejos de los pueblos, acuden a escucharlo, a recibir salud, a estar con Él. La compasión de Jesús es más fuerte que su cansancio, y su corazón entristecido se transforma en fuente de vida, de salud, de esperanza para esas personas. Luego de una larga jornada, parecería que hay que mandar a cada uno a su casa. Nadie, aparentemente, podría alimentar a una multitud semejante. Los discípulos quieren hacer "entrar en razón" a Jesús. Había que enviarlos a sus ciudades, a sus casas, para que comieran. Jesús los desconcierta con su respuesta: "Dénles ustedes de comer". Otra vez, parecería que Jesús actúa contra toda lógica. ¿Con qué les van a dar de comer? Cinco panes y dos pescados no alcanzan. Lejos de admitir "con realismo" su derrota, Jesús manda que se sienten, y realiza gestos sencillos, habituales entre los maestros de su tiempo. Levanta los ojos al cielo, pronuncia la bendición, parte los panes y los da a sus discípulos, que terminan dando de comer a la gente finalmente. La confianza profunda, sencilla y audaz de Jesús, su relación única con el Padre, han hecho posible que toda esta gente pueda alimentarse. La gente ha compartido los dones de Dios, lo poco que había.

P. Charlie

 

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