Acto en homenaje al Gral. José de San Martín

"Las acciones de San Martín y sus ideas no pueden explicarse sin considerar la situación de Europa y América a partir de la conquista y colonización.

En ese momento se establece un sistema capitalista en el que los grupos más poderosos expropian con un salvajismo casi inhumano a sus trabajadores, al principio a través de la mita y el yanaconazgo y, más tarde, con salarios de hambre o directamente sin salario.

Esta situación en América Latina era sostenida desde España a través de una forma de gobierno monárquico-absolutista. El poder era detentado por la nobleza vinculada a la propiedad de la tierra. Este sistema fue heredado en nuestro continente por los estratos sociales vinculados a los puertos más importantes.

La conquista y colonización puso en manos de la monarquía española metales preciosos en cantidades exorbitantes, y ello produjo la ruina de la industria española al mismo tiempo que aceleró su crisis. Estos metales fueron utilizados por la monarquía para la importación de telas finas y demás mercancías industriales provenientes de los talleres y fábricas inglesas, francesas, italianas y holandesas, que fortalecieron el crecimiento industrial de estos países en detrimento de la industria española. Todo esto derivó en una situación de miseria generalizada del pueblo español y su consecuente atraso.

Esa era la situación de España, cuando San Martin, que vivía allí desde los 6 años, aparece en la escena histórica como parte de una generación revolucionaria que dejará un legado político fundamental para las generaciones actuales.

Entre los militares se difundió la ideología liberal anti-absolutista. San Martín se había relacionado con el arte, la política, las ideas y la masonería. Era, naturalmente, contrario al oscurantismo y admiraba los ideales de la Revolución Francesa.

La invasión napoleónica hizo estallar el ruinoso edificio borbónico. Mientras la nobleza se arrodillaba ante el invasor, el pueblo español y el ejército organizaron la resistencia contra las tropas francesas.
Pero España no sólo luchaba contra una potencia extranjera, sino también contra el absolutismo, que se había humillado ante Napoleón y era el que impedía la modernización de la nación hispanocriolla. San Martín participa de esta guerra, y la continúa en nuestro continente.

Se consideraba a sí mismo como un hispanoamericano y atribuía al régimen absolutista las injusticias y el atraso de su pueblo. Por este motivo, se vinculó con los grupos más revolucionarios del pueblo español que luchaban contra régimen y, luego de la invasión napoleónica, por la independencia nacional.

Antes de partir hacia América, pasa por Londres, donde años antes, Francisco Miranda había fundado una sociedad secreta que defendía la causa emancipadora. La Logia de Lautaro, punto de confluencia de muchos patriotas, era una especie de filial de la anterior. La masonería fue el partido secreto de la burguesía en ascenso; congregaba a los intelectuales para actuar en las altas esferas de las naciones feudales declinantes. Los principales revolucionarios americanos requerían de la clandestinidad de estas logias para organizarse.
Fracasada la revolución en España, San Martín decide continuar la lucha en América, y cuando Fernando VII retorna al trono y aplasta a los revolucionarios en la metrópoli, decide plantear la independencia. El partido que encabeza en el Río de la Plata se llama "Partido Hispanoamericano", contra el localismo porteño de Rivadavia.

Con Bolívar, será San Martín el más notable luchador por la confederación de Estados en las guerras por la independencia. Bajo su presión directa, el 9 de julio de 1816 las Provincias Unidas del Río de la Plata proclaman la independencia del Rey de España y de "toda otra dominación extranjera". San Martín adhiere a la tesis de Belgrano sobre la necesidad de coronar a un descendiente inca para mantener la unidad del antiguo dominio hispánico, porque aspiraba, igual que Bolívar, a la unidad de todos los hispanoamericanos, criollos y originarios.

Durante su gobernación en Cuyo, lejos de solicitar financiamiento a la Corona Británica, que era el organismo internacional de crédito de la época, industrializó la provincia y la democratizó, con el fin de producir los elementos necesarios para armar, vestir y equipar al ejército emancipador y también para darles a los cuyanos una forma de vida más justa. Era tal era su claridad política, que entendía que era imposible independizarse con el financiamiento de nuestros posibles dominadores extranjeros. Se autofinanció y eso le dio la autonomía necesaria para la liberación.

Después vinieron los días prodigiosos, en los que un puñado de pueblos pastores y artesanos tomaron las armas y se cubrieron de gloria en los campos de América.

Pero no todas fueron glorias. Ya retirado de la vida pública, San Martín denuncia varias veces que es víctima de espionaje permanente. No solamente estaba vigilado por el gobierno porteño, que lo veía como una amenaza, sino que querían juzgarlo por negarse a reprimir a los caudillos federales que se habían levantado contra la Constitución unitaria de 1819. Por este motivo se vio obligado a alejarse de estas tierras. Contrariamente a lo que dice la historia oficial, no se condenó al ostracismo, sino que lo condenaron sus enemigos porteños que eran al mismo tiempo enemigos de la revolución.

La vida de los héroes es un reflejo de la vida de los pueblos. Reflexionar sobre el pensamiento político de San Martín nos lleva a esclarecer aspectos de nuestra historia que parecen no resolverse nunca, como la unidad argentina y la hermandad con el resto de Hispanoamérica, la resistencia a la dominación extranjera, no sólo económica sino cultural; el sueño de libertad para asegurar el bienestar de todo el pueblo y no sólo de algunos grupos con privilegios. Han pasado muchos años desde su muerte y aún queda pendiente la concreción de muchas de las ideas que forjaron nuestra patria."